A dos semanas del asesinato de María Efigenia Vázquez Astudillo, comunicadora indígena de la emisora Renacer Kokonuko y perteneciente al equipo de comunicaciones del Consejo Regional Indígena del Cauca, Cric, Hacemos Memoria conversó con su madre. Ilda María Astudillo ahora está al cuidado de los hijos de María Efigenia y habla sobre lo que significa su ausencia en el hogar y en la comunidad.

Por: Elizabeth Otálvaro
Fotografías: Esteban Tavera

Mientras participaba de una minga por la liberación de la madre tierra en el centro turístico Aguatibia, María Efigenia Vásquez Astudillo perdió la vida. Los hechos ocurrieron el pasado 8 de octubre en el municipio de Puracé, Cauca, cuando los indígenas de la comunidad Kokonuko y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) se enfrentaron. Un proyectil hirió y asesinó a la también comunicadora indígena.

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Hacemos Memoria visitó la casa de Ilda María Astudillo, su madre, ubicada a una distancia aproximada de 2 kilómetros de la cabecera municipal de Puracé. Para entrar a la vivienda, contigua a la de María Efigenia, es necesario caminar un tramo corto desde la carretera que comunica a Puracé con el municipio de Isnos. La casa de ladrillo está rodeada por otras similares que pertenecen a las familias que hacen parte del resguardo indígena de Kokonuko.

Casa IldaEn esta casa vive Ilda María Astudillo, quien ahora se hace cargo de los tres hijos de María Efigenia Vásquez. 

En este lugar, la familia Vázquez Astudillo tiene tres casas. María Efigenia vivía en una de ellas con sus tres hijos: Geraldine que pronto cumplirá sus 16 años; Dayana, de 11; y Bayron, de 8. En otra, vive la segunda de las cinco hermanas de María Efigenia y, la última, pertenece a sus padres, donde permanece Ilda María al cuidado de sus nietos.

A dos semanas del sepelio de la mayor de sus hijas, siente que es el perdón lo único que puede ofrecerles a los que causaron la muerte de María Efigenia: “Que mi Dios los perdone porque ellos están en una guerra que ni es de ellos, y que se dan cuenta de la pérdida que deja esta muerte, y pues que algún día se arrepientan”, dice.

Casa EfigeniaEn esta casa vivió María Efigenia Astudillo con sus tres hijos. 

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El caso de María Efigenia se suma a los crecientes asesinatos de líderes sociales contra los cuales distintos sectores y organizaciones de carácter civil se han pronunciado. El portal periodístico Pacifista ha sido uno de los abanderados del tema: han puesto en marcha un contador como alerta sobre el crecimiento de estos casos, enumerados a partir del “día D” de la implementación de los acuerdos de La Habana; en él, María Efigenia, ocupa el lugar número 50 de los 55 registrados hasta la fecha.

Detrás de las cifras –que, por supuesto, llaman la atención–, están las historias de la ausencia. En el caso de María Efigenia, hay tres hijos que ahora no tienen a su madre en casa, cinco hermanas –muy cercanas y unidas– que lamentan la muerte de la mayor de ellas, y unos padres que no contarán más con el apoyo incondicional que María Efigenia significaba para las labores de la finca, de cuyos frutos se sustenta toda su familia. Asimismo, para la comunidad del resguardo indígena de Kokonuko también se silenció una voz fundamental en la defensa de sus derechos.

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Según el testimonio de Ilda, ahora que María Efigenia no está, el mayor reto que tienen es el cuidado de sus tres hijos. Para los Vázquez Astudillo será también un objetivo hacer posible el sueño de Geraldine, la mayor, quien a sus 16 años tiene el deseo de estudiar Derecho Propio y, tal como lo hizo su madre, defender a su comunidad.