El 23 de septiembre se cumplen 20 años del asesinato de Jesús Emilio Blanco Páez, ex tesorero del Movimiento Político Acción Comunitaria de Aguachica, Cesar, un grupo político creado por campesinos y exterminado tras poner en jaque el poder de las élites tradicionales del municipio. Luz Neira Carrascal, viuda de Jesús Emilio, emprendió la tarea de narrar su historia, para limpiar su nombre y para que su trabajo social y comunitario no sea olvidado.

Por Natalia Maya Llano
Fotografías: archivo personal – Luz Neira Carrascal

Luz Neira Carrascal de Blanco y su hijo Óscar Antonio se encontraban viendo televisión en la sala de su casa cuando pasaron Carta a una sombra, el documental que narra la vida y muerte del médico salubrista y defensor de derechos humanos, Héctor Abad Gómez. A Luz Neira y a Óscar la historia de la familia Abad los conmovió: la intimidad de su duelo, su batalla contra el olvido, el retrato de la violencia política que azotó a Colombia en esa época y, principalmente, la similitud con su caso.

“Mi esposo era un líder comunitario entregado a la gente –cuenta Luz Neira–, trabajaba por los más vulnerables, denunció muchas irregularidades que estaban ocurriendo en Aguachica y por eso lo convirtieron en objetivo militar. Mi hijo y yo viendo ese programa lloramos mucho de acordarnos que nos pasó igual y de preguntarnos por qué estos casos se repiten. Por eso me vine a Medellín cuando me enteré del homenaje al doctor Héctor Abad, porque su historia es muy similar a la de Jesús Emilio y porque yo quiero que la nuestra se conozca y que se haga justicia”.

JesúsBlancoJesús Emilio Blanco Páez. Foto: Álbum familiar.

El relato que cuenta Luz Neira se parte en dos: primero, el hecho traumático del asesinato de su esposo y las consecuencias que ha tenido para su familia y, segundo, lo que significa para ella narrarle lo ocurrido a todo aquel que quiera escucharla, como ritual de sanación y lucha contra el olvido.

A donde va, carga un sobre de manila con copias de los documentos más importantes que preserva sobre el caso de su esposo: fotografías, el acta de levantamiento del cadáver, cartas y comunicados de la Fiscalía, de la Defensoría del Pueblo, de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas; copias de las versiones libres de los paramilitares vinculados con el asesinato, recortes de prensa, y un librito de ocho páginas de su autoría que es el primero que siempre enseña.

Lo escribió al cumplirse dos años del asesinato de Jesús Emilio, como un ejercicio que le ayudó a salir de la depresión en la que se encontraba sumida. Imprimió cientos de copias y las repartió por todo el pueblo al finalizar la eucaristía que ofreció en su memoria. En el librito cuenta quién era realmente Jesús Emilio, cómo fue su vida juntos y las razones por las que fue asesinado; hay además canciones, poemas y proverbios de la Biblia.

Tras la fatídica noche del 23 de septiembre de 1997 –cuando Jesús Emilio recibió los 18 disparos que acabaron con su vida en la puerta de su casa– Luz Neira solo se había atrevido a contar lo ocurrido en la Fiscalía de Bucaramanga, justo un mes más tarde, después de haber tenido que desplazarse en compañía de su hijo por las amenazas que recibió para que no denunciara.

Con el desplazamiento forzado y la denuncia que interpuso vino la depresión y un silencio que solo rompió dos años después, cuando entendió que la mejor forma de honrar la memoria de su esposo era contando quién había sido, limpiando su nombre de las acusaciones que lo vinculaban con la guerrilla y exigiendo justicia.

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Jesús Emilio vivió una infancia de muchas carencias económicas en Aguachica, no pudo estudiar porque tuvo que trabajar desde niño y, durante su juventud –cuando se conoció con Luz Neira– enfrentó problemas de alcoholismo. Una ruptura entre ambos, que se prolongó por tres años, lo motivó a integrar un grupo de Alcohólicos Anónimos en el que participó hasta el momento de su muerte: la noche en la que fue asesinado salía de su casa a preparar la celebración del siguiente aniversario del grupo. Su cambio de vida impulsó a Luz Neira a darle el sí en el altar el 29 de abril de 1972 y, desde entonces, Jesús Emilio decidió que quería dedicarse a servirle a la comunidad, “pues veía a Dios en lo social y quería seguir sus enseñanzas”.

ComunidadJesús Emilio Blanco Páez acompañando una actividad comunitaria en Aguachica, Cesar. Foto: Álbum familiar.

Trabajaron juntos en su propio supermercado y, diez años después, en 1982, tuvieron a su hijo Óscar Antonio. La convicción de Jesús Emilio de acabar con las injusticias sociales lo llevó a vincularse a las juntas comunales campesinas y a organizaciones de trabajadores del Cesar, de donde nació el Movimiento Político Acción Comunitaria de Aguachica, MAC, a mediados de 1991.

Con ideas de izquierda y con la propuesta de un gobierno del pueblo y para el pueblo, se propusieron llegar al poder local derrotando a las élites tradicionales de la región. En las primeras elecciones en las que participaron, en 1992, lograron la Alcaldía de Aguachica, segunda ciudad del Cesar, y un escaño en el concejo. Lo que en esas elecciones vivieron como un sueño se convirtió en el inicio de una persecución y estigmatización que terminó con el asesinato de cinco de sus principales líderes y con la desaparición del movimiento de la escena política local.

Los partidos tradicionales acusaron a los miembros del MAC de ser el brazo político de la guerrilla del Eln, estos señalamientos bastaron para que el alcalde, Manuel Claro Santiago, fuera suspendido de su cargo por decisión de la Procuraduría con tan solo un año de mandato, para que su reemplazo –Patricia Rojas, exsecretaria de gobierno– renunciara tras ser amenazada, para que el gobierno nacional designara a un alcalde militar, el mayor John Vigoya, y para que entre octubre de 1992 y septiembre de 1997 fueran asesinados Carlos Emiro Galvis Ramos, secretario (e) de hacienda; Víctor Guadia Castañeda, fundador y dirigente del partido; Gonzalo Cárdenas, jefe de personal de la Alcaldía; José Herminson Sepúlveda Saravia, secretario privado de la Alcaldía y Jesús Emilio Blanco, extesorero.

En 1997, año en el que fue asesinado Jesús Emilio, ya el MAC había dejado de existir, sin embargo, él continuaba con su trabajo social y comunitario al margen de partidos políticos. Por eso cuando Luz Neira ve el recorte de prensa publicado por Vanguardia Liberal, en el que titulan “Asesinado un comerciante”, no duda en explicar que ella era la encargada de atender el supermercado y que a él lo asesinaron en razón de sus convicciones políticas y sociales.

“A nuestra casa llegaron unas personas que se hacían llamar Autodefensas Campesinas, en una oportunidad nos pidieron dinero, un millón y medio de pesos, nos extorsionaron, pero cuando regresaron, acusaron a Jesús Emilio de liderar todavía Acción Comunitaria y de ser un guerrillero; yo qué les respondí: que él no podía ser ningún guerrillero porque trabajaba por el bien de la gente, y las Farc y el Eln lo que hacían era poner bombas y tomarse pueblos. Después de esas dos amenazas llegaron a matarlo”, recuerda Luz Neira.

Con la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia y la aplicación de la Ley de Justicia y Paz, Luz Neira pudo participar de varias versiones libres en las que los autores materiales del asesinato de su esposo le pidieron perdón y señalaron al mayor Rivera del Ejército, perteneciente al Batallón de Fuerzas de Tareas Especiales número 27, de dar la orden de matarlo. Un excombatiente del bloque Héctor Julio Peinado Becerra declaró: “A él lo mató Rancho en la carretera 12 con calle 6, creo que él era como del movimiento MOIR, Movimiento Obrero de Izquierda Revolucionaria, ese homicidio prácticamente lo ordenó el mayor Rivera, él pertenecía al Batallón de Fuerzas de Tareas Especiales número 27, cuando eso él tenía la base ahí en la 17 con séptima”.

Cuando Luz Neira escuchó sus testimonios les entregó su perdón, sin embargo, le duele que hayan pagado tan solo ocho años de prisión y que el mayor Rivera, señalado de dar la orden de asesinar a Jesús Emilio, no haya respondido todavía por sus crímenes.

A comienzos de 2014, la Fiscalía Primera Delegada ante el Tribunal Superior de Bucaramanga –atendiendo al recurso que interpuso la Comisión Colombiana de Juristas–, declaró crímenes de lesa humanidad los homicidios de José Herminson Sepúlveda Sarabia, exsecretario privado en la Alcaldía que tuvo el MAC, y la tentativa de homicidio de Noel Emiro Omeara Carrascal, político conservador.

Al decretar la imprescriptibilidad de la acción penal, la Fiscalía argumentó que: “dicho crimen se enmarca en la existencia de un plan previamente orquestado de exterminio del Movimiento Político Acción Comunitaria (MAC) por la obtención de la Alcaldía de Aguachica en 1992, hecho que tuvo como consecuencia los asesinatos de Carlos Emiro Galvis Ramos, secretario de hacienda; Víctor Guadia Castañeda, dirigente del MAC, y Jesús Emilio Blanco, tesorero de la Alcaldía; así como el atentado sufrido por Gonzalo Cárdenas, jefe de personal de la Alcaldía. Hechos ocurridos entre los años 1993 y 1997 que, sumados a la estigmatización de ser simpatizantes o miembros de la subversión, significaron la completa desaparición del MAC de la contienda política local de Aguachica”.

Luz Neira confía en que la declaración como crimen de lesa humanidad del homicidio de Sepúlveda y la tentativa de homicidio contra Omeara –que vincula el asesinato de su esposo–detenga la impunidad que existe sobre lo ocurrido y permita avanzar en la identificación de los responsables del exterminio contra directivos y simpatizantes del Movimiento Político Acción Comunitaria.

Por lo pronto, su viaje a Medellín con ocasión del homenaje a Héctor Abad Gómez al cumplirse 30 años de su asesinato, le ha servido para encontrar más personas e instituciones que escuchen su historia y para acercarse al Consultorio Jurídico de la Universidad de Antioquia, con quienes espera avanzar en el proceso reparación que le corresponde como víctima indirecta del asesinato de su esposo en el marco del conflicto armado y como víctima directa de desplazamiento forzado.