Víctimas del conflicto armado colombiano, personas en proceso de reintegración, empresarios y académicos se dieron cita en noviembre de 2016 para hablar de paz y preparar platos con “Los sabores de la reconciliación”. Esta iniciativa, liderada por la Fundación Colombia con Memoria y por la Cámara de Comercio de Bogotá, se encuentra plasmada en un libro que, además de ser un recetario de comidas representativas de las regiones afectadas por la guerra en el país, incluye contenidos sobre construcción de paz y reconciliación.

Por Natalia Maya Llano
Fotografías: cortesía Cámara de Comercio de Bogotá

En una cocina convertida en set de grabación nació el proyecto Los sabores de la reconciliación, un espacio de diálogo soñado por la Fundación Colombia con Memoria y la Cámara de Comercio de Bogotá para contribuir a la pedagogía sobre el Acuerdo de Paz de La Habana, el posconflicto y la reconciliación.

Durante seis conversatorios realizados en noviembre de 2016, en el marco de un taller de cocina, víctimas del conflicto armado colombiano y personas en proceso de reintegración cocinaron juntos recetas de sus regiones de origen –acompañados por el chef bogotano Nacho Cajiao–, mientras les contaban a empresarios y académicos sus historias de vida y dialogaban en torno a temas cruciales del Acuerdo de Paz como desarrollo rural, verdad y memoria, educación, participación, medio ambiente y los beneficios y oportunidades para la paz.

La Fundación Colombia con Memoria –que junto con la Cámara de Comercio de Bogotá fue la gestora de esta iniciativa–, nació en 2009 con ocasión de la conmemoración de los 20 años del atentado del Avión de Avianca, ocurrido en 1989. Las familias de las víctimas que integran esta Fundación lograron que el atentado fuera declarado crimen de lesa humanidad y son las únicas víctimas de Pablo Escobar que han sido reconocidas en el marco de la Ley 1448 de 2011 como sujetos de reparación.

Gonzalo Rojas, su director ejecutivo, asegura que lo más valioso de Los sabores de la reconciliación es que lograron “romper el mito de que en Colombia no se puede vincular a la población reinsertada, pero sobre todo conseguimos sensibilizar y propiciar un espacio que demuestra que es posible que una víctima del conflicto esté junto a una persona en proceso de desmovilización, que pueden trabajar, cocinar y compartir un momento o una conversación sin que ocurra nada malo, y que además no hay ninguna razón para que la sociedad no le abra las puertas a estas personas que merecen una segunda oportunidad”.

Los cocineros encargados de darle vida a los platos con Los sabores de la reconciliación provenían de algunas de las regiones que vieron germinar la guerra en el país y que padecieron su degradación: Planadas y Villarrica, Tolima; San José del Guaviare, Guaviare; Timbiquí, Cauca e Istmina, Chocó. Y las recetas que eligieron y prepararon dan cuenta de la riqueza gastronómica existente en el país:

Tamal tolimense, asado típico tolimense, estofado tolimense, sancocho tolimense con pescado pataló, sopa de queso costeño, caldo de costilla con plátano machaca’o, bocachico relleno de camarones envuelto en hojas de plátano, sopa de pica’o, pargo sambembe, pollo ahumado y arroz bochinche.

Los sabores1

Los comensales, entre los que se encontraban empresarios de grandes compañías como Bavaria o de nuevos emprendimientos como Origen Sano, asesores de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz e investigadores de la academia y varios centros de pensamiento como la Fundación Ideas para la Paz, del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz y del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre otros, vivieron una experiencia que, bajo la excusa de reunirse alrededor de la comida, les permitió acercarse a la realidad de la guerra en el país, probar ingredientes y recetas de los que desconocían su existencia y conversar de una manera más amable sobre los retos a los que se enfrenta la sociedad colombiana con la implementación del Acuerdo de Paz.

La grabación de los seis programas de Los sabores de la reconciliación contó con el apoyo de Claudia Palacios, quien lideró las conversaciones por parte de Canal Capital, y de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas y la Agencia Colombiana para la Reintegración.

Andrés Ucros, director de Construcción de paz de la Cámara de Comercio de Bogotá, parte del rol que tradicionalmente han asumido los empresarios en la construcción de paz para afirmar que ya es momento de cruzar la agenda del sector privado con los procesos de paz y reconciliación existentes en el país, a partir de propuestas mucho más innovadoras: “El relacionamiento siempre ha sido por las mismas dos vías, pagar más impuestos o contratar desmovilizados, y eso ha sido importante y ha contribuido, claro que sí, pero hoy en día iniciativas como estas permiten unir los temas de paz y reconciliación con los de productividad y competitividad y, lo más potente, a través de un ejercicio de pedagogía y humanización para empresarios. Cocinar y compartir alimentos juntos es un acto humanizador por excelencia y eso fue lo que se logró, además demostramos que podemos hablar de paz con otras narrativas distintas, en este caso desde la gastronomía”.

Lanzamiento Libro "Los Sabores de la Reconciliación"

El libro de Los sabores de la reconciliación
El ejercicio fue tan valioso para sus participantes y promotores que en 2017 tomaron la decisión de plasmar la experiencia en un producto editorial. El Estudio de Contenidos Camino, fundado este año por los periodistas Nicolás Vallejo y Juan Camilo Maldonado –quienes crearon ¡Pacifista!–, se encargó de editar el libro que fue lanzado recientemente y es de distribución gratuita.

De acuerdo con Maldonado, los caminos de paz y reconciliación que está comenzando a transitar el país han permitido que emerjan otras historias y nuevas narrativas como la de Los sabores de la reconciliación, que serán fundamentales no solo para hacer memoria sino para humanizar las dimensiones más elementales de la guerra.

“Es que todo actor en la guerra llegó por algunas circunstancias y razones, y a nosotros nos corresponde también escuchar qué tienen para decir, qué tienen para decirle a sus víctimas. Entonces, por un lado nos van a permitir construir nuevas narrativas del porqué estamos donde estamos, entender qué nos llevó a hacernos tanto daño, y darnos un abrazo; y eso es algo muy bonito que tiene este proyecto y es que, finalmente, es a través de la cocina, de ese acto ritual de cocinar para los demás, de alimentar a los demás, de compartir con los demás, que podemos encontrarnos como opuestos, darnos un abrazo y armar juntos el rompecabezas de todo este dolor que nos causamos como sociedad”.