El jueves 27 de julio Medellín vivió el día más violento del año. Seis asesinatos, entre los que se encuentran el de un menor de edad y el del rector de la Institución Educativa Rafael Uribe Uribe prendieron las alarmas en la ciudad. Sin embargo, desde marzo de 2015 la campaña NoCopio, liderada por organizaciones sociales y artistas, viene llamando la atención sobre una Medellín que se acostumbró al homicidio. El 30 de julio se sumó a su clamor el movimiento de jóvenes ¡No Matarás!

Por Natalia Maya
Fotografías: Campaña NoCopio

En la tarde del que sería el día más violento en lo que va corrido del año, el equipo de la campaña NoCopio sumaba 54 Rituales Vivos. Siete meses después de realizar el primero, en enero de 2017, sus integrantes –seis de base, 56 organizaciones vinculadas y cerca de 1300 voluntarios– esperan asistir a cada vez menos y que en Medellín nada justifique el homicidio.

El deseo de no tener que realizar muchos más Rituales Vivos obedece precisamente a que los líderes de NoCopio, además de acompañar a las familias víctimas de homicidio, promueven la No Violencia y la idea de que cualquiera puede evitar un homicidio –a través del poder de la piedad, del poder de la simpatía y del poder del gesto–, y esperan en últimas que en la ciudad se deje de matar.

“Queremos dar un abrazo solidario a las familias víctimas de homicidios, con rituales simbólicos y artísticos que permitan recordar a las víctimas, construir su historia de vida y hacer el duelo juntos como ciudad, porque cada ausente por el homicidio es de todos”, versa el propósito de los Rituales Vivos.

Homicidios 2Mural pintado en memoria de Johan Andrés, joven de 21 años asesinado en la ciudad de Medellín el 15 de junio de 2017. 

Estos rituales tienen tres capas, según Daniela Arbeláez, investigadora de la Casa de las Estrategias e integrante de base de la campaña. La primera es el abrazo, que consiste en acercarse a las familias víctimas en los días recientes del homicidio, darles un abrazo, decirles “lo siento” en nombre de toda la ciudad y ofrecerles ayuda para las diligencias que tengan que realizar. La segunda es el símbolo, el grueso del ritual, que se propone la construcción de memoria de la víctima y la creación de un templo para familiares y amigos que les permita llevar un duelo digno. Y la tercera capa consiste en brindarles un apoyo psicológico e invitarlas a que se conviertan también en referentes para otras familias víctimas, que ellas mismas, sin depender de ninguna organización o colectivo, puedan más adelante replicar ese acompañamiento.

“Los Rituales Vivos son muy sencillos, cualquiera que se lo proponga puede hacerlos. La ritualidad que ellos contienen es muy variada. Esa segunda capa, la del símbolo, ha terminado en la construcción de murales en los barrios de las víctimas, en la pintura de cuadros en pequeños formatos que adornan las salas de las familias, en jornadas de música y de siembra. El Aka, uno de los artistas voluntarios de NoCopio, que acompaña la siembra, les dio el nombre de Memoriales Vivos, porque en lugar de obsequiar una planta cortada, lo que hacemos es llevar un ser vivo para que quienes lo reciban lo cuiden por mucho tiempo, así como deberán hacerlo con la memoria de sus seres queridos que ya no están, volver a sus raíces, a lo que eran y a entender que nada justificaba sus muertes”, explica Arbeláez.

NoCopio es una campaña para desnaturalizar el homicidio, que toma su nombre del parlache de la ciudad y que tiene como eslogan “Nada justifica el homicidio”. Surgió en marzo de 2015, a raíz de los primeros hallazgos arrojados por la investigación Descontando en Medellín, jóvenes y homicidios, adelantada por el centro de pensamiento Casa de las Estrategias. Este estudio se propuso entender qué pasaba con el homicidio en Medellín y por qué salía tan barato matar, tomando como punto de partida la reconstrucción del perfil de la víctima de homicidio en la ciudad.

HomicidiosLa campaña NoCopio hace parte de la Red Latinoamericana Instinto de Vida para la reducción de los homicidios, integrada por países como Brasil, Honduras, Venezuela, México, Guatemala, El Salvador y Colombia.

A través de doce casos de personas asesinadas entre 2013 y 2015 en todas las comunas de Medellín, de los recuerdos de sus familiares, amigos y vecinos, la investigación encontró que “la víctima de homicidio en la ciudad era alguien de estrato dos, que iba a pie, de noche, que no tenía antecedentes judiciales, que no tenía educación superior, que era empleado, principalmente de manera informal, que conocía a su victimario, que estaba entre los 13 y los 28 años, y que resultaba tan barato matarlo porque tenía pocas redes de apoyo, un núcleo familiar muy pequeño y a nadie externo a quién acudir. De los doce casos, nueve de ellos sabían que los iban a matar, incluso estaban amenazados meses antes, y sus muertes no se pudieron evitar”, cuenta Arbeláez.

La constatación de que son los jóvenes los principales afectados por el homicidio y el hallazgo sobre la ausencia de redes de apoyo para estas víctimas, motivó a los integrantes de NoCopio a formular en 2016 el proyecto Nada justifica el homicidio, una política pública para Medellín que se propone alcanzar la meta de una tasa de 15 homicidios por cada 100.000 habitantes suscrita en el Plan de Desarrollo, “como una expresión de una ciudad con menos miedo”.

Uno de los componentes centrales de este proyecto no policivo y de cuidado (especialmente cívico), es el Protocolo Nada justifica el homicidio, que se propone salvar vidas poniendo a disposición de las personas en riesgo una línea telefónica que les preste atención inmediata: que los escuche, que los ayude a salir de sus territorios, a resolver los trámites que sean necesarios y a retornar a sus actividades de la vida cotidiana.

Infografía Protocolo

La Alcaldía se comprometió ainiciar capacitaciones del Protocolo Nada justifica el homicidio el 1 de agosto. El inicio de la implementación quedó proyectado para el 15 de agosto.

De acuerdo con el Protocolo, los objetivos principales son: “resolver los excesos burocráticos que afectan la dignidad y evitan salvar vidas, a partir de la voluntad política y la confianza en la ciudadanía para que el miedo a perder la vida sea suficiente y no se requiera ser catalogado como víctima del conflicto armado, desplazado o testigo”, y “desmonetizar el protocolo haciendo que nadie sea susceptible de un subsidio en dinero, sino que desde el fondo se le compre un tiquete de bus –o en algunos casos muy especiales de avión– y también que se les pueda contratar un servicio de trasteo”.

Desde que Federico Gutiérrez se posesionó como alcalde de Medellín, la campaña NoCopio le dirigió varias cartas e invitaciones para que el Protocolo fuera apropiado por la institucionalidad. Después de varios desplantes, Gutiérrez acogió este llamado a finales de 2016 y se comprometió a implementar el Protocolo. El 15 de agosto comenzará a funcionar por medio de la línea 1,2,3 Social, con policías capacitados por la Casa de las Estrategias para salvar las vidas de los adolescentes expuestos a la violencia criminal de la ciudad.

Mientras los integrantes de NoCopio esperan que se ponga en marcha el Protocolo, un grupo de amigos que se hace llamar Movimiento ¡No Matarás! se sumó al clamor de que nada justifique el homicidio, emprendiendo la acción simbólica de teñir varias fuentes con anilina vegetal de color rojo en protesta por los seis asesinatos ocurridos el jueves 27 de julio, que engrosan la cifra de 304 homicidios en lo que va de 2017, según el reporte del Sistema de Información para la Seguridad y Convivencia, Sisc.

“¡No Matarás!” es la consigna que estos jóvenes levantan y con la que invitan a la ciudadanía, a la iglesia, a la institucionalidad y a todos los sectores que lo deseen, a sumarse a un pacto por la vida en Medellín. De acuerdo con Julián Vásquez, uno de los promotores de esta iniciativa, “con esta propuesta, a través de la creatividad, del simbolismo, de la cultura, lo que pretendemos es enviar un mensaje, ni siquiera al acalde, ni a los combos, sino a toda la ciudadanía, para que nos preguntemos qué está pasando con una sociedad como la nuestra que no ha podido superar un pacto tan básico como el del respeto por la vida y la dignidad”.