La cobertura de la implementación del Acuerdo de Paz logrado entre el Gobierno y las Farc le ha impuesto grandes desafíos a los medios de comunicación y a los periodistas colombianos. Álvaro Sierra, maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, y editores de El Tiempo, El Espectador, La Silla Vacía, Pacifista y Verdad Abierta comparten cuáles son esos retos y cómo los están afrontando.

Por Natalia Maya Llano y Juan Camilo Castañeda Arboleda

Para Álvaro Sierra la pregunta por cómo pasar de cubrir la guerra a cubrir la paz, es una cuestión casi existencial del periodismo colombiano. Sierra, periodista, profesor y conferencista, con cerca de 30 años de experiencia como reportero local y corresponsal extranjero en cubrimiento y análisis de conflictos armados, se ha dedicado en los últimos cinco años a hacerle un seguimiento juicioso a la cobertura mediática de la que él denomina “la noticia del medio siglo en el país”: el fin de la confrontación entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc.

Como maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, ha capacitado a cientos de periodistas de prensa, radio, televisión e internet, provenientes de todas las regiones del país, en la cobertura del proceso de paz. Actualmente, tras la firma del Acuerdo, se ha enfocado en analizar cómo se está haciendo el cubrimiento sobre la implementación de lo pactado.

En un contexto en el que el escepticismo, la polarización, la indiferencia y la “posverdad” han marcado la información sobre el fin del conflicto con las Farc, Sierra advierte que pasar de cubrir la guerra a cubrir la paz, significa también continuar informando sobre las diferentes manifestaciones de violencia que perviven en el país. “Yo creo que no hay que ser un gran experto –afirma– para saber que aquí hay unas zonas críticas, unos sitios donde se está decidiendo si en este país va a haber paz o si asistiremos a un reciclaje de nuevas violencias, y me refiero a Chocó, Urabá, Catatumbo, Bajo Cauca, Buenaventura, Tumaco, el norte del Cauca, algunas zonas de Nariño, entre otras. Es un fenómeno al que hay que prestarle mucha atención”.

El crimen organizado y la aparición de nuevas confrontaciones hace parte de lo que Sierra llama “los desafíos del posconflicto”, entre los que se encuentran problemáticas como la minería ilegal, las disidencias, la ocupación por parte de otros grupos armados ilegales de los territorios antes controlados por las Farc, y el asesinato de líderes sociales.

Alvaro SierraÁlvaro Sierra, periodista. Fotografía: Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.

Pese a estas situaciones, de las que insiste “debemos seguir informando”, Sierra se la juega por contar la paz. Uno de los puntos en los que es más enfático es que tanto periodistas como editores y directores de medios, deben estar dispuestos a “cambiar el chip” para informar responsablemente sobre uno de los procesos de transformación social más importantes para el país. “Muchas generaciones de periodistas –recuerda– fuimos formadas cubriendo la guerra, ahora nos corresponde ensayar nuevos enfoques, narrativas, fuentes e historias para dar cuenta de este proceso de construcción de paz a largo plazo”.

El “cambio de chip” que propone viene acompañado de lo que él llama “un plan de cubrimiento para la implementación”. De acuerdo con Sierra, no hay otra forma de cubrir la implementación del Acuerdo de Paz que no sea planeada: “esta es una noticia que va a durar muchos años –asegura–, asistimos a dos procesos relativamente cortos que son la dejación de armas por parte de las Farc y, a la par, una implementación legislativa que se propuso a seis meses pero que seguro se prorrogará otros seis; y además tenemos un proceso de largo plazo que es la materialización de los acuerdos de fondo en las regiones, los temas que tienen que ver con desarrollo rural, ampliación de la democracia y participación política, el problema de las drogas ilícitas, etc., el cubrimiento de estos temas debe ser juicioso y sistemático y no obedecer únicamente a la reacción momentánea de hechos inmediatos”.

En este sentido, considera que uno de los desafíos fundamentales que tendrán que asumir los periodistas será cubrir las dificultades y los problemas que tiene la implementación del Acuerdo a largo plazo en los territorios: “una de esas principales dificultades es la ineficacia histórica del Estado colombiano para llegar a todos los rincones del país, y no solo se trata de la presencia de militares sino también de la entrada de toda la institucionalidad a las zonas que están dejando las Farc, para impedir que otros grupos armados se apropien de dichos territorios y que además continúen asesinando y amenazando, como ya lo vienen haciendo, a líderes sociales, comunitarios, indígenas y afros que promueven la paz y la reconciliación”, comenta.

El reto anterior hace parte de uno que considera mayor: prestar una atención editorial juiciosa a lo que acontece en las regiones del país. Según Sierra, el destino de Colombia como sociedad no se está jugando en las grandes ciudades sino en las regiones, donde se decidirá si el Estado es capaz de competir y derrotar a los antiguos y nuevos actores generadores de violencia.

Una fórmula que cree que podría funcionar es que comiencen a consolidarse alianzas entre medios nacionales y medios locales, en las que se blinde a los periodistas que están en terreno y que corren más riesgos, y en las que se asegure que la información tenga una trascendencia nacional que obligue a las instituciones y a las autoridades a actuar.

En el campo de la verdad y la reconciliación, asegura que si hay una cuestión en la que el periodismo y los medios de comunicación tienen un papel clave, es en establecer cuáles son las narrativas que finalmente se construyen en una sociedad que transita de la guerra a la paz: “los medios y los periodistas –apunta Sierra– puedan ser altavoces de ciertas memorias y ciertas verdades, o pueden optar por convertirse en una especie de foro público en el que las distintas versiones con las que se justificó la guerra, las múltiples interpretaciones que van emergiendo, las verdades que se van conociendo y los crímenes que se van esclareciendo, terminen poniéndose sobre la palestra pública. Se trata de servir de vehículo de las distintas narrativas que necesariamente van a convivir en la sociedad, para evitar que pasemos de la guerra de verdad a una guerra narrativa”.

Finalmente, frente a la pregunta por el gran aprendizaje que le debe quedar a los medios y a los periodistas a partir de la cobertura del proceso de paz entre el gobierno y las Farc, afirma que es difícil saber cuál es esa enseñanza en particular, sin embargo, se aventura a lanzar la que considera la máxima lección para la sociedad colombiana en general: “este proceso ha llevado a los periodistas y a los colombianos a descubrir una manera distinta de aproximarse a un fenómeno como las Farc, estamos dando un paso en el que dejamos de verlos como unos enemigos demoníacos que, si bien cometieron toda clase de crímenes en una guerra degradada, son un grupo político y, lo más importante, un grupo de seres humanos, de personas con historias individuales, con amores, con relaciones; yo creo que hemos empezado a ver poco a poco relatos que humanizan al que era considerado una cosa inhumana, eso es un paso hacia adelante muy importante para una sociedad. La guerra solo se puede hacer cuando tienes razones absolutas para desconocer el carácter humano del otro”.

¿Cómo están cubrimiento la implementación del Acuerdo de Paz medios como El Tiempo, El Espectador, La Silla Vacía, Pacifista y Verdad Abierta?



 

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El Tiempo, Marisol Gómez
La editora de El Tiempo, Marisol Gómez, quien en 2016 publicó el libro La historia secreta del proceso de paz, considera que este medio ha realizado una veeduría al cumplimiento del Acuerdo que firmaron el Gobierno y las Farc, sin habérselo propuesto como su plan de cubrimiento. Ella entiende que es un proceso que durará varios años, en los que será necesario “informar sobre cómo se desarrolla la implementación legislativa, cómo se llevará a cabo la reforma rural, cómo se insertará las Farc en la política, cómo se garantizará la seguridad de los guerrilleros, cuáles serán los pormenores de la sustitución de cultivos, qué ocurrirá en los territorios que controlaba este grupo subversivo”.

Frente a los retos del posacuerdo, como el asesinato de líderes sociales, Gómez afirma que los medios tienen la responsabilidad de encender las alarmas. “Hemos publicado las noticias, también hemos divulgado los informes de algunas organizaciones que llevan la cuenta de líderes asesinados”, explica.

El Tiempo ha publicado desde hace varios meses historias que intentan humanizar el conflicto armado colombiano y dar detalles que se desconocían de la guerra, como las confrontaciones que se dieron en Urabá entre las Farc y el Epl; la lucha de una familia en Valle del Cauca por limpiar el nombre de su padre que fue ejecutado por el Ejército; los militares que fueron mutilados por las minas antipersonales; la historia de la familia de Pablo Catatumbo, entre otras. Según Gómez, esa variedad de relatos responde a un interés particular del medio por mostrar todas las caras del conflicto, y así evitar que se imponga un relato único, pues tiene claro que cada uno de los actores involucrados en el conflicto querrá imponer su visión de la guerra.



 

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El Espectador, Gloria Castrillón
Desde el 2016, antes de que el gobierno y las Farc firmaran el Acuerdo de Paz, el periódico El Espectador presentó la campaña pedagógica y periodística Colombia 2020, cuya pretensión es hacer pedagogía y un tipo de periodismo que aporte a la construcción de paz, con un enfoque regional. “Para nosotros –cuenta Gloria Castrillón–, directora editorial de Colombia 2020– lo importante era empezar a trabajar sin importar si se firmaba o no el Acuerdo.

Queríamos mostrar las historias de resistencia y construcción de paz que durante veinte o treinta años han estado presentes en veredas, corregimientos y zonas periféricas del país, que han sido las más afectadas por la violencia del conflicto armado”.

Una de las tareas que se ha propuesto Colombia 2020 es acompañar desde las regiones la implementación del Acuerdo de Paz, haciendo pedagogía sobre lo pactado, “no para defenderlo sino para explicarlo”, y con especial atención a la Justicia Especial para la Paz, los desaparecidos y la Reforma Rural Integral. “Estamos convencidos de que en los territorios la gente sabe qué hay que hacer. Ellos reclaman ser escuchados para que las decisiones que se toman desde un escritorio en Bogotá tengan en cuenta sus necesidades. Además de escribir estas historias, nosotros también hacemos conversatorios y encuentros regionales”, comenta Castrillón.

Otra de las apuestas de Colombia 2020 es aportar a la memoria histórica del conflicto colombiano. “A medida que nos acercábamos a los territorios, veíamos que la gente tenía una necesidad enorme de hablar, de ser escuchada”, comenta Castrillón. Asegura que en algunas zonas del país se silenciaron los fusiles, pero se avivó la disputa por la memoria. “Lo importante es que esto nos lleve a un diálogo de memorias que sea constructivo. Que se entienda que la memoria no es solo un recuento histórico o una imposición de verdades; se trata de un ejercicio necesario que aporta a la reconciliación”, explica.



Juanita León-01La Silla Vacía, Juanita León
En palabras de Juanita León, directora de La Silla Vacía, uno de los mayores retos ha sido encontrar la forma más apropiada de narrar y explicar el posconflicto: “Hay temas, como la implementación legislativa, que no le importan a nadie; entonces, nos corresponde buscar una manera de escribir y de presentar los contenidos que despierte el interés de la gente en estos asuntos”.

Este medio de comunicación ha cubierto la implementación desde una perspectiva nacional y local, haciendo énfasis en temas relacionados con la misión electoral, la reforma rural y el estatuto de oposición.

Frente a los retos del posconflicto, La Silla Vacía encuentra en sus versiones regionales (Caribe, Cachaca, Pacífica y Santandereana) una fortaleza: “Nos damos cuenta de todo: cómo se están organizando las juntas de acción comunal, cómo está haciendo política las Farc, cómo están avanzando el Eln y el Epl en los espacios que dejó las Farc, entre otros”, explica León.



Juan Diego-01Verdad Abierta, Juan Diego Restrepo
Juan Diego Restrepo, director de Verdad Abierta, entiende el Acuerdo de Paz como una especie de “plan de desarrollo” al que hay que hacerle un seguimiento riguroso en su implementación. Él afirma que, por ser un medio pequeño, se han enfocado en continuar con sus investigaciones sobre el tema de tierras y en trabajar en un proyecto de memoria documental que está próximo a salir a luz: “Con este tipo de proyectos estamos en capacidad de aportar insumos, conocimientos, análisis e historias a la Comisión de la Verdad. Este es un tema que pocos han trabajado”, asegura Restrepo.

Además, asegura, continuarán informando sobre la guerra: “lo que estamos viendo es que la guerra no para ni va a parar, se está transformando bajo otras lógicas y ese es otro frente que hay que cubrir. Estamos pensando cómo hacerlo desde la perspectiva de crimen organizado, de economías criminales”.

Frente al cubrimiento del asesinato de líderes sociales, Verdad Abierta está investigando cada caso: “Solo informamos sobre los casos en los que confirmamos que se trata de líderes; por esta razón, nuestras cifras no concuerdan con otras”, explica Restrepo.



Diego Alarcón-01Diego Alarcón ¡Pacifista!*
Diego Alarcón, editor de ¡Pacifista!, asegura que la independencia ideológica y comercial de este medio les ha permitido acercarse a todas las personas que están comprometidas con la implementación de los Acuerdos de Paz; han escuchado las versiones de las organizaciones, del gobierno y de los integrantes de las Farc en las Zonas Veredales.

Según Alarcón, ¡Pacifista! no sigue ese “juego político” que propone hacer el cubrimiento de la implementación de los acuerdos solo desde Bogotá, pues las regiones viven otras realidades que se deben contar, como el asesinato de líderes sociales.

El editor de ¡Pacifista! considera que la apuesta de su medio es hacer un periodismo “independiente, de calidad, juicioso, riguroso; en ese sentido, “la construcción de memoria es un valor añadido. Se trata de darle a los lectores la información que necesitan, que vean que les explicamos mejor lo que ellos quieren saber sobre el posconflicto y la implementación de los acuerdos”, dice.

*Fotografía: Diego Santacruz