Jorge Enrique Vélez, director de Cambio Radical, anunció que si su partido llega a la presidencia en el 2018, el gobierno se levantaría de la mesa con el Eln. Sin embargo, varios analistas consideran que el proceso de paz se podría blindar, si las partes llegan a un acuerdo para desescalar el conflicto y consolidan la participación ciudadana en los diálogos.

Por Juan Camilo Castañeda Arboleda
Fotografías: imágenes tomadas del documental Los días de la paz

Nicolás Rodríguez Bautista, comandante del Eln, dijo en La Habana que será muy difícil firmar un acuerdo final de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos, una declaración que genera incertidumbre frente al futuro del proceso que inició el segundo ciclo la semana anterior en Quito. Ante este panorama, la tarea para los negociadores, según varios analistas, será avanzar en acuerdos humanitarios y de desecalamiento del conflicto; además, deberán definir cómo será la participación de la ciudadanía para que el próximo presidente, independientemente de su orientación política, no pueda negarse a continuar con la negociación.

Para Germán Valencia Agudelo, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, la experiencia colombiana en procesos de paz ha demostrado que es el presidente quien decide si negocia o no, de ahí el temor a que no se firme el acuerdo con el gobierno actual. Según Valencia, será necesario “blindar institucionalmente el proceso de tal manera que nadie se desmonte, que se emitan unas leyes y una ruta que obligue al próximo presidente seguir negociando”.

Un modelo de negociación que busca transformaciones
Las declaraciones del comandante del Eln, que se dan al término de una reunión que sostuvieron varios integrantes de esta guerrilla con algunos líderes de las Farc, han aumentado el pesimismo que varios sectores de la sociedad han expresado frente a esta negociación. Pese a ello, académicos como Germán Valencia afirman que este es el grupo guerrillero que más disposición ha tenido para negociar desde 1990, pues ha intentado en 16 ocasiones acuerdos con los gobiernos de Gaviria, Pastrana, Uribe y, en el presente, con Santos. “El Eln –comenta Valencia– se ha ganado la reputación de que a última hora se quita de los procesos de paz, pero uno podría decir, con conocimiento de causa, que la mayoría de las veces quien se ha quitado ha sido el gobierno”.

Carlos Arturo Velandia, excomandante del Eln y gestor de paz que en varias oportunidades ha mediado entre el gobierno y este grupo guerrillero, asegura que en el país existe una “matriz de opinión”, creada por algunos sectores académicos, políticos e incluso por miembros del ELN, que reproduce la idea de que con esta organización es muy difícil negociar, incluso más que con las Farc. Él critica esta postura porque considera “que hay una dificultad para reconocer la diferencia, la singularidad; entender que las Farc y el Eln son proyectos totalmente distintos y eso tiene que traducirse también en cómo se tramita un proceso de diálogo con el uno y con el otro”.
Carlos VelandiaCarlos Arturo Velandia, excomandante del Eln y gestor de paz

Para Velandia, las Farc negoció bajo un modelo transaccional en el que se plantea un intercambio: “Yo dejo esto a cambio de esto”; por su parte, el Eln propone un proceso de paz transformacional; es decir, “los negociadores de esta guerrilla creen que las transformaciones se encargarán de hacer inocua la lucha armada o incluso el uso de las armas”, explica Carlos Arturo Valencia.

Fernando Valencia, director de la Corporación Viva la Ciudadanía, dice que ve con esperanza la negociación con el Eln, pues “es la posibilidad de consolidar una paz que, hasta ahora, es incompleta; además, se espera que estos diálogos compensen lo que fue el proceso con las Farc, sobre todo si se logra una participación ciudadana más influyente y más amplia”, dice.

Pese a ello, Fernando Valencia concluye que es difícil consolidar en este momento el proceso de paz entre el gobierno y el Eln. “Es una organización –explica Fernando Valencia– que todavía tiene dificultades para comportarse como un solo cuerpo, todavía tiene expresiones federadas. Uno siente que esta guerrilla no está convencida plenamente de la necesidad de trascender y dar el paso de la lucha armada a la lucha política, sin armas”.

Fernando ValenciaFernando Valencia, director de la Corporación Viva la Ciudadanía

Fernando Valencia hace un llamado a que, por la premura de las elecciones del 2018, las negociaciones de Quito no se transformen en un proceso de desarme, pues podrían repetirse escenarios que el país ha vivido en décadas anteriores, donde guerrillas y grupos paramilitares se han desmovilizado, pero en los años posteriores la violencia política ha seguido activa en varias regiones del país y no ha sido posible transformar la realidad colombiana: “Los procesos que se enfocan solo en la dejación de armas –explica Fernando Valencia– no se traducen realmente en procesos de paz. Hay que tener paciencia y entender que estos diálogos toman tiempo”.

La participación de la sociedad
Una de las razones por las que el proceso de paz con el Eln podría ser más lento que el de las Farc, tiene que ver con ese enfoque transformacional al que alude Velandia. Si bien, él considera que es posible negociar con esta guerrilla, aclara que este modelo sí pone sobre la mesa algunas complejidades: “En esta clase de negociación –asegura– se debe dar una participación de la sociedad lo más amplia posible, lo más multipartita posible, lo más nacional posible, ahí es donde se empiezan a encontrar las mayores dificultades”.

Una de las preguntas que no se han resuelto desde Quito es quiénes serán esos sectores de la sociedad que se convocarán a la mesa y cuáles serán las metodologías para su participación. Para Francisco de Roux, sacerdote jesuita que durante varias décadas ha sido gestor de paz en distintas regiones del país, a la mesa deben llegar expresiones ciudadanas de todos lados: Congreso de los Pueblos, Marcha Patriótica; organizaciones campesinas, de mujeres, de iglesia; sindicatos, estudiantes e industriales: “Necesitamos llegar con mucha claridad. El Eln y el Estado necesitan que hablemos a fondo. Debemos plantear los problemas con decisión y a decir las verdades que consideramos necesarias para que la paz sea posible, ojalá hablando siempre desde la perspectiva de las víctimas”, dice el padre de Roux.
Francisco de RouxPadre Francisco de Roux, gestor de paz.
El contexto actual del país, en el que grandes sectores de la sociedad sienten apatía por las negociaciones, hacen pensar a Carlos Arturo Velandia que la participación ciudadana no será tan amplia como las expectativas. “Quizás, en las actuales condiciones, los que insisten en participar son los más interesados en el proceso de paz, quienes más creen en él. Vamos a tener que conformarnos con que participen las personas que han vivido el conflicto de manera directa, no creo que haya una gran participación de toda la sociedad colombiana”, asegura.

Fernando Valencia cuestiona cuál es la definición de sociedad civil que han construido tanto el Eln como el gobierno, pues cree que para la guerrilla “la sociedad civil está representada por las organizaciones cercanas a su ideología. Esa visión es muy limitada porque cuando hablamos de sociedad hablamos de gremios, estamentos, movimientos, organizaciones que no son afines. En este tema, el Estado tiene una idea contraria a la de la guerrilla”.

Valencia espera que las partes lleguen a un acuerdo frente a este punto, y que además dejen claro cuál será el espacio que le abrirán a la sociedad: “Yo creo que hay una gran diferencia entre lo que pregona esta iniciativa y lo que efectivamente uno siente que las partes están dispuestas a dar. Tampoco veo que el Eln esté resuelto a permitir que la sociedad tome decisiones de manera autónoma”.

Por otra parte, la participación de diversos sectores de la sociedad en la mesa de negociación de Quito también ha estado limitada por los asesinatos de líderes sociales y comunitarios, y por la falta de voluntad del Eln para ponerle fin al secuestro. “Algunos miembros de la sociedad civil no quieren participar porque el Estado no les ofrece garantías. Se requiere, entonces, un desescalamiento del conflicto que genere confianza”, explica Velandia.

Para Fernando Valencia, la falta de cultura política en el país también frena la participación de la sociedad en el proceso de paz: “Nosotros somos muy débiles. Todavía tenemos una ciudadanía muy retirada de la vida política, muy apática con los asuntos de Estado, muy divorciada del funcionamiento institucional y del mismo espectro de la deliberación ciudadana”, dice Fernando Valencia.

Blindar el proceso de paz
Frente a las declaraciones del comandante del Eln sobre las posibilidades de firmar la paz con Santos, el gobierno no se levantó de la mesa, según Fernando Valencia, porque “a un nobel de paz no le queda bien retirarse de una negociación”. Él cree que las partes acertaron en los puntos que se negociarán en la segunda etapa del proceso: el desescalamiento del conflicto y la participación de la sociedad.

Para el padre Francisco de Roux, la sociedad civil debe contribuir a que el Eln entienda la premura del momento que estamos viviendo. “Si nos cogen las elecciones del año entrante sin llegar a un acuerdo de cese bilateral al fuego, sin parar definitivamente el secuestro, sin resolver el asesinato de líderes, el país va a vivir el colapso total de la paz”, asegura.

Carlos Velandia considera que el punto de no retorno será cuando se llegue a un acuerdo en los dos temas que se están discutiendo en esta fase de la negociación. “Si se le pone fin a la confrontación armada y la sociedad civil logra una participación activa –dice Velandia– los diálogos quedarán en un nivel muy avanzado, de tal forma que el nuevo gobernante, el 7 de agosto del 2018, tendrá frente a sus ojos el siguiente panorama: primero, la desmovilización de las Farc y la implementación de los acuerdos; segundo, un proceso de paz firme con el Eln”.