La crisis que desencadenó la victoria del no en el plebiscito no se explica solo con los hechos recientes. Es necesario revisar el contexto político y económico en el que se ha desarrollado el conflicto armado para saber qué pasará con el proceso de paz. Mauricio López Uribe y Max Yuri Gil dan algunas pistas.

Por Juan Camilo Castañeda Arboleda
Fotografía Facultad Nacional de Salud Pública

Una democracia limitada

El plebiscito de 1957 fue el primer mecanismo de participación ciudadana en Colombia. En esa oportunidad acudieron a las urnas 4.397.090 personas, de las cuales 4.169.294 apoyaron con un sí la propuesta del Frente Nacional. En esta consulta popular que le dio legitimidad al pacto de las élites colombianas solo hubo un abstencionismo del 20%. Cincuenta y nueve años después, el pasado 2 de octubre, el 62,2 % de los colombianos habilitados para refrendar el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc prefirieron quedarse en sus casas.

En la conferencia “Una mirada histórica del conflicto”, que se llevó a cabo en la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia el pasado 3 de noviembre, Mauricio López Uribe, economista y doctor en Ciencias Políticas, dijo que en Colombia, a diferencia de otros países de América Latina, solo hubo un interludio de la democracia durante la dictadura de Rojas Pinilla, entre 1953 y 1958. Sin embargo, asegura, después del régimen autoritario que no puso en jaque el dominio de las élites, en el país se estableció una democracia muy limitada que fue validada en el plebiscito del 57.

López, profesor de la Universidad Eafit, considera que el cierre democrático que implicó el pacto entre Liberales y Conservadores es una de las causas de la guerra en el país. “La transición a la democracia que propuso el Frente Nacional se dio en un Estado que siempre ha sido muy débil. Una muestra de ello es que después de la Constitución de 1991, que desmonta los remanentes del Frente Nacional, hubo un escalamiento de la guerra y la democracia, según el índice de Freedom Hause, empeoró”.

López Uribe señala que al pacto de Benidorm, firmado entre Laureano Gómez y Alberto Lleras para hacer de la tregua entre los partidos tradicionales una forma de democracia, “no esclareció responsabilidades de la violencia y tampoco planteó las reformas estructurales que se requerían para superar la confrontación política en el campo colombiano”.

Las coyunturas críticas: desarrollo, seguridad nacional y narcotráfico.

En el segundo gobierno del Frente Nacional, en la presidencia de León Valencia, hay un escalamiento del conflicto. En este periodo, el recrudecimiento de la confrontación está relacionado con un modelo de desarrollo improductivo; además, como lo señala el profesor López, las altas cifras de desempleo demostraron la incapacidad de incluir a la población en el sistema de producción industrial y agrícola.

El modelo de desarrollo no es el único responsable del incremento de la violencia en esta época. El presidente León Valencia se sumó a la política de Seguridad Nacional que promovía Estados Unidos para desvirtuar las demandas sociales del campo colombiano.

En la década de 1970, cuando los grupos armados encontraron en el narcotráfico un medio de financiación, el profesor López Uribe identifica otra de las razones que llevaron al escalamiento del conflicto en Colombia, a pesar de que en ese momento no hubo una confrontación fuerte que amenazara la estabilidad de los mercados o del sistema político.

Los paramilitares se involucraron en este negocio con la venta de tierras a los narcotraficantes, una estrategia que permitió que los capos de la droga lavaran sus activos y adquirieran poder político. Por su parte, las guerrillas encontraron en el campo la base social para la expansión de su ideal político, pues el Estado no estaba presente en estas zonas rurales. “Con los cultivos ilícitos, accedieron a los recursos económicos que necesitaban para su accionar militar”, explica López.

“En este escenario, vuelve y juega la lógica internacional. Si la Seguridad Nacional agudizó el conflicto, esta segunda coyuntura nos llevó a la guerra contra el narcotráfico y el terrorismo”, dice López. Además, al final del gobierno de Ernesto Samper, la lucha contra las drogas impulsada por Estados Unidos se desplaza de los carteles hacia la narcoguerrilla.

En misma la conferencia, Max Yuri Gil, magíster en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia, se refirió a las negociaciones entre el Gobierno y las Farc. La que se llevó a cabo entre Andrés Pastrana y esta guerrilla fracasó porque las partes no vieron en el proceso de paz una oportunidad para terminar la guerra. Según Gil, las Farc aprovechó los diálogos para fortalecerse militarmente; por su parte, Pastrana gestionó el Plan Colombia con Estados Unidos mientras estaba en la mesa.

Para López una de las consecuencias del Plan Colombia es que redujo el conflicto armado a un asunto de narcotráfico. Con el fracaso de los diálogos y los atentados del 11 de Septiembre en Estados Unidos, al conflicto armado en Colombia se le suma la guerra global contra el terrorismo.

La entrada de las Farc al centro del sistema político

Las Farc se convirtieron en un actor determinante en los resultados electorales: “El conflicto armado entró al centro del sistema político cuando Pastrana ganó la presidencia gracias a una reunión que tuvo con ‘Tirofijo’ en 1998. Después vino Álvaro Uribe, quien ganó las elecciones del 2002 valiéndose de la rabia y la decepción que dejo el fracaso de los diálogos en el Caguán”, explica López.

Durante los dos gobiernos de Uribe, las Fuerzas Militares replegaron a la guerrilla, pero no alcanzaron una victoria militar; por esta razón, según López, la negociación es la única posibilidad que tienen los colombianos para terminar el conflicto. “Hemos tenido nueve acuerdos exitosos con grupos armados, pero ahora nos encontramos ante el más importante porque las Farc es la guerrilla más grande del país y la mayor competidora armada del Estado”, explicó López.

Para Max Yuri Gil el proceso de paz que se llevó a cabo en La Habana es el primero en el que el Gobierno y las Farc ven en la negociación la principal salida al conflicto. Este escenario fue posible porque esta guerrilla entendió que no puede acceder al poder a través de las armas.

Por su parte, como advierte Gil, el Gobierno aceptó dialogar con la guerrilla porque el éxito militar de la política de Seguridad Democrática se estancó y derrotar militarmente a las Farc podría tardar otros 25 años. Para el Estado, es una guerra que se interpone en los intereses económicos de las élites colombianas y de las grandes empresas que explotan los recursos naturales en el país.

Después de la derrota del sí en el plebiscito del pasado 2 de octubre, como advierte Max Yuri Gil, el Gobierno tiene la posibilidad de implementar los acuerdos a través del Congreso de la República, mecanismo que llevaría mucho tiempo y que, por su puesto, pondría nuevamente el proceso de paz con las Farc en el centro de las de las elecciones presidenciales del 2016.

La crisis política que vive el país lleva a pensar a López Uribe que estamos ante una erosión del debate público. “Quienes creían que la Constitución de 1991 había propiciado una democracia más participativa se equivocaron, pues esta quedó en jaque con los resultados del 2 de octubre”, asegura. El rechazo del Acuerdo de Paz, el elevado porcentaje de abstención y el debate basado en mentiras son algunas de las razones por las que López considera que se debe replantear la democracia en Colombia, no solo como un proceso electoral, sino como un ejercicio de participación ciudadana. “El mercado de las ideas –concluye– ha sido secuestrado por la política del miedo”.