Granada, municipio del Oriente antioqueño, ha sido priorizado a nivel nacional para el desminado humanitario. Hasta el momento, el proceso ha avanzado en un 85%, siete veredas han sido declaradas como libres de sospecha. Se espera que estos esfuerzos motiven el retorno de los campesinos.

Por Esteban Tavera

En el municipio de Granada, Oriente antiqueño, el desminado humanitario comenzó cuando William García, campesino de la vereda La Linda, llegó a las instalaciones de la Personería en noviembre de 2009. En sus manos llevaba un costal en el que cargaba las partes de una mina antipersonal que su hija encontró cerca de su casa.

La evidencia que llevó William hasta la administración municipal y su testimonio alarmaron a los funcionarios, quienes grabaron un video para enviarlo al Ministerio del Interior en busca de acompañamiento y asesoría.

En el video se escucha al campesino de la vereda La Linda hablando con el personero: “Con mucho miedo cogí un palito, la destapé y la rompí contra una piedra por si de pronto explotaba no nos hiciera daño a nosotros. Ahora, traigo esto para que ustedes lo vean y lo analicen. Hace tres meses que retorné y apenas la vengo a encontrar. Estaba por donde mi niña camina todos los días para darle de comer a los pollos”.

Pocos meses después comenzaron las labores en el municipio. Según el Plan de Acción de Desminado Humanitario 2014 – 2016, publicado por el Gobierno Nacional, Antioquia es el departamento que históricamente ha presentado más accidentes con explosivos improvisados. Desde el año 1997 a la fecha, en Granada, según datos del programa de Acción Integral Contra Minas Antipersonal de la OEA, se han presentado 60 víctimas civiles: 45 personas sobrevivieron y 15 fallecieron.

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Desde el 2010, a raíz de la serie de denuncias que le siguieron al video de don William, Granada ha sido priorizado para la descontaminación; especialmente, el corregimiento de Santa Ana y sus once veredas.

Cuando inició el proceso de desminado, el primer esfuerzo que hicieron todas las entidades fue el de sensibilizar a los habitantes de las zonas rurales sobre la importancia de denunciar en los casos de sospecha de material explosivo, pues solo así el Batallón de Desminado Humanitario N° 60 Coronel Gabino Gutiérrez (BIDES) podía actuar. Como se demostró en el caso de William Quintero, era necesario educar a los niños y prevenirlos sobre los riegos que representan estos artefactos.

A Leonardo Quintero le encargaron la tarea de hablar con los niños, pues su trabajo como promotor de desarrollo le permite tener una relación cercana con las comunidades en las veredas. Una vez les preguntó a unos niños si conocían o habían visto armas en el sector: “Uno de ellos me dijo: ‘¡Claro!, ¿usted no conoce? Si quiere venga vamos allí y yo le muestro un tatuco’”, cuenta Leonardo. Y agrega: “Pasamos por el camino que ellos transitan todos los días para ir a la escuela y me mostraron un tubo lleno de pólvora que no estaba ni a 15 centímetros. Eso no es todo: resulta que el papá había sembrado al lado de ese tubo una mata de plátano y una de yuca”.

El Programa Presidencial de Acción Contra Minas Antipersonal designó en Granada, igual que en Cocorná y San Francisco, al Batallón de Ingenieros N° 60 para adelantar la labor de descontaminación. El proceso, además de la financiación del Estado, recibe el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) –que supervisa paso a paso el desarrollo del plan en todos los municipios donde se lleva a cabo el desminado–, la Unión Europea y Japón. Al mes de septiembre de 2016, según los cálculos del BIDES, el proceso ha avanzado un 85%.

Quien encabeza la labor de la OEA en Granada es Edwin Giraldo. Su tarea en el municipio es vigilar que el trabajo se haga acorde a los estándares internacionales y garantizar que las solicitudes y denuncias de la población civil sean claves en la priorización de los terrenos a desminar.

Recuerda que al principio lo más difícil fue lograr que la población suministrara información sobre la presencia de explosivos: “Por un lado, veníamos de una guerra en donde el que denuncia es un sapo y el sapo se muere; por el otro, había entidades que promovían proyectos productivos, pero muchos de esos recursos estaban condicionados a que el terreno fuera seguro; entonces, las comunidades no denunciaban por temor a perder esa platica”, cuenta Edwin.

A pesar del temor, a medida que el proceso fue avanzando, la confianza de la comunidad creció. Edwin recuerda que en octubre de 2010, después de doce años de no hacerse, se promovió una romería con el objetivo de buscar capital para un proyecto productivo en la vereda La Linda, una de las pioneras del desminado humanitario en Granada: “A esa actividad llegaron paisanos de todas partes y logramos recoger el capital semilla para un proyecto de café. Eso fue en 2010 y todavía la gente sigue sembrando café gracias a ese proyecto”.

Los propósitos centrales de los programas de desminado son la restitución de tierras y el retorno de los campesinos. En el caso de Granada, aunque la descontaminación ha tenido un avance exitoso, el retorno no ha cumplido con las expectativas de las organizaciones involucradas en estos procesos.

Leonardo Castaño asegura que en los últimos años el número de granadinos que regresan a sus tierras disminuyó, mientras que el número de familias que llegan de otros territorios a poblar las veredas abandonadas aumentó. “En este momento hay dos veredas en las que no hay población: San Miguel y Campo Alegre. Allá casi no voy porque no tengo nada qué hacer. De pronto hay personas que tienen potreros y de vez en cuando los visitan. En cambio, hay veredas que antes estaban solas y ahora están habitadas por gente que viene del Bajo Cuaca o de otros lados”, explica.

Por su parte, el Sargento Segundo Iván López, encargado de hacer los ‘Estudios no Técnicos’ en el proceso de desminado, dice que “hace un tiempo, en la noche, se veían las veredas oscuras. Hoy hay panela, plátano y otros productos que se están produciendo gracias al retorno”.

Actualmente, los grupos de desminado manual están trabajando en el corregimiento de Santa Ana en las veredas Las Palmas, Arenosa, El Tablazo y La María. Según Raúl Vélez, Secretario de Gobierno de Granada, “muy pronto las labores culminarán, pues se han entregado poligonales muy importantes en las veredas Las Palmas, La Arenosa y El Tablazo.”.

Edwin Giraldo, representante de la OEA en el municipio, habla de las cifras: “Podemos decir que las 52 veredas de Granada están libres de sospecha de minas, pero hay algunos trámites que el BIDES debe adelantar para poder declararlas formalmente. A pesar de que el Batallón de Desminado Humanitario ha hecho limpieza en siete las veredas, lo que han entregado son poligonales; por esta razón, no se puede decir todavía que Granada está completamente libre de sospecha. Todavía falta entregarles a las comunidades los territorios que fueron descontaminados para que den el aval”.

Además, hace falta verificar que las veredas despobladas son seguras, solo así los campesinos podrán retornar con las garantías que hace seis años no tuvo don William García cuando volvió a su casa en la vereda La Linda.

En los alrededores del corregimiento de Santa Ana, que es donde se concentra hoy la acción del desminado humanitario, los campesinos esperan que lleguen más proyectos productivos cuando finalice el proceso. Ellos quieren que a sus veredas vuelvan las romerías y los paisanos que se quedaron en las ciudades, y que en Granada no se pierda el espíritu de la solidaridad.

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