Hacemos Memoria indagó con el abogado Rodrigo Uprimny los retos de la ciudadanía frente al Plebiscito por la paz

Rodrigo Uprimny, director del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia), es uno de los juristas más reconocidos del país. Durante once años se desempeñó como magistrado auxiliar de Alejandro Martínez y de Eduardo Montealegre en la Corte Constitucional.

Uprimny estudió Derecho en la Universidad Externado de Colombia. Realizó una maestría en socioeconomía del desarrollo en la Universidad de París I. En 1992, recibió el título de doctor en economía de la Universidad de Amiens.

Actualmente, es uno de los académicos con mayor trayectoria en derecho, específicamente en temas asociados a los conflictos, los derechos humanos y la democracia. Ha participado como investigador en el Centro Nacional de Memoria Histórica y se ha desempeñado como docente en la Universidad de los Andes y en la Universidad Nacional.

El pasado 13 de agosto fue el profesor invitado a la Cátedra Héctor Abad Gómez; en este espacio, habló sobre la ética de una solución negociada al conflicto armado; la racionalidad de los acuerdos firmados por el Gobierno y las Farc; las bondades del acuerdo de víctimas y la justicia transicional; y sobre el sentido que tiene el plebiscito por la paz en la sociedad colombiana.

A continuación presentamos algunos de sus argumentos.

Una tarea ética de la sociedad colombiana
“Salir del conflicto armado es hoy la realidad ética más importante de la sociedad colombiana. Por eso, votar el plebiscito será la decisión más importante en nuestra vida política. Además, esta decisión está atravesada por una injusticia: somos los ciudadanos urbanos los que vamos a decidir sobre el futuro de una guerra que azota a poblaciones rurales. Siendo así, creo que tenemos un compromiso ético de votar más allá de nuestros intereses y de nuestros odios personales, tratando de construir una visión global de la paz”.

La razón por la que el plebiscito se plantea de forma global
“Quienes se oponen al proceso de paz dicen que nos obligaron a votar globalmente. Para ellos eso es inaceptable, aseguran que se debe votar por partes. Pero no podemos olvidar que un acuerdo de paz es un acuerdo global. Entonces, votamos sí porque las Farc deje las armas, votamos no porque participen en política, votamos sí porque se vayan a la cárcel. Al votar así se rechazaría el acuerdo porque este genera una transacción. Un acuerdo de paz, generalmente, es un acuerdo global”.

“Una de las tragedias de Colombia sería que algo tan grande como la paz quede reducido a discutir si es mejor la cárcel que la pena restauradora. Creo que eso sería empobrecer un debate tan complejo”.

¿Qué pasaría si gana el sí?
“Que gane el sí no garantiza que se implementen bien los acuerdos y que avancemos hacia la paz, pero sí lo hace altamente probable. Si gana el sí es altamente probable que se produzca la energía política necesaria para generar cohesión social e implementar realmente los acuerdos, eso nos encaminará al fin del conflicto armado y a la paz”.

¿Qué pasaría si gana el no?
Si gana el no, obligatoriamente no se volvería al conflicto armado; sin embargo, es altamente probable que eso ocurra, pues quienes defienden esta posición buscan que la negociación sea imposible políticamente; ellos lo que quieren es humillar a las Farc diciéndoles: negociaron durante cuatro años y no querían cárcel, pero ahora la van a tener. Eso generaría una voluntad de retorno a la guerra”.

Argumentos éticos para votar por el sí
“No olvidemos que en esta refrendación la población urbana, la que menos sufre el conflicto armado, decidirá el rumbo del país, y esa es una de las más grandes dificultades de la paz en Colombia. En una muy buena columna, Álvaro Sierra lo plantea así: uno de los grandes problemas de la impopularidad del proceso de paz en Colombia es que la población urbana está demasiado metida en la guerra y no está dispuesta a votar para que el otro deje de sufrir. Estamos acostumbrados e inmunizados ante las atrocidades. Pero, al mismo tiempo, la gente que vive en las ciudades está afuera de la guerra porque vive en mejores condiciones de seguridad. El citadino se pregunta en qué lo beneficia el acuerdo. El interés personal es fundamental en las discusiones políticas, pero aquí se trata de construir una decisión que va a marcar el futuro de Colombia por décadas”.

“El otro argumento ético es que evitemos que este plebiscito sea sobre Santos. Evitemos que el sí sea un aval a todo lo que el presidente ha hecho. Hay que tener la capacidad de discernir, como lo han hecho algunos sectores de izquierda; es decir, mantener la oposición al Gobierno de Santos, pero sabiendo que la discusión sobre el acuerdo y la paz es otra cosa. En esas condiciones, creo que en Colombia podríamos, si gana el sí, tener una esperanza sólida de alcanzar una paz estable y duradera con las Farc, con dignidad y justicia suficiente para las víctimas”.